sábado, abril 09, 2011

NO AL MALTRATO ANIMAL


Quiero hablar de este tema pero no sé por donde empezar. Quizá tal vez debería intentar recordar cual fue la primera vez que fui testigo de un maltrato animal. O mejor la primera vez que fui consciente de que lo que presenciaba no era moralmente ni correcto ni justificable. Creo que fue una vez que entré con mi madre en una tienda de animales (tal vez a comprar alpiste, teníamos muchos pájaros entonces). Sobre el suelo, en una esquina había una jaula con un pequeño monito dentro. Recuerdo ponerme en cuclillas y quedarme mirando al monito completamente fascinada. Había visto otros como él en televisión, pero nunca así, en carne y hueso tan de cerca. Mientras mi madre compraba, el monito y yo nos mirábamos, cada uno desde el lugar de las rejas que el destino había elegido para él. Llegó el momento de irse, y al levantarme e irme hacia la puerta, el pequeño mono sacó su manita de entre las rejas y me agarró del pantalón. No recuerdo su cara, pero aún puedo ver esa manita, oscura, algo más pequeña que la mía, agarrando mis pantalones con fuerza. De pronto me moría de ganas de llevarme al mono.

- Mamá, ¿podemos llevárnoslo?

- No, no podemos

- ¿Por qué?

- Una casa no es un sitio para un mono.

- Mamá, ¿tiene familia?

- Imagino que sí

- ¿Tiene papás?

- Supongo

- ¿Y hermanos?

- Pueso eso no lo sé

Y entonces me dió por pensar que el monito era como yo, hijo único, y que se sentía solo, sin hermanos para jugar, como yo. Sólo que yo ahora me podía ir a mi casa, mi mundo se veía tal cual era, sin rejas de por medio, tenía a mis amigos, y a mis papás y me gustaba estar con ellos. Y de pronto me pareció todo muy, muy injusto y mentalmente le prometí al pequeño mono que volvería para sacarle de su jaula y que buscaríamos a sus padres. No cumplí mi promesa.


La triste realidad es que vivimos rodeados de maltrato animal. Nuestro delito es ser complices por ser indiferentes. Cambiar el mundo es difícil, pero no quiero que el mundo me cambie a mí. Quiero seguir siendo la niña que sintió pena por el pequeño mono, que le hizo una promesa y que aún siente que debe cumplirla.

Buscad una causa que os llegue al corazón, implicaos y luchad por ella. Tal vez sea dejar de comprar pieles, tal vez cambiar vuestra dieta. Tal vez sea adoptar un perro en vez de comprarlo, o tal vez educar a tu hijo en el respeto a la naturaleza. A lo mejor consiste en empezar a reciclar, o no comprar más bolsas de plástico. No son grandes cosas, algunas requieren romper con hábitos de toda una vida, pero de verdad que merece la pena.


Os dejo con algunos links de grupos y asociaciones que hacen un trabajo encomiable y que siempre necesitan colaboración. Hay muchas más, por supuesto, pero por algún sitio hay que empezar. En el momento que hagáis click en ellos, habréis dejado de ser complices porque ya no será posible la indiferencia. Bienvenidos.




http://www.elrefugio.org/

miércoles, abril 06, 2011

David Meca y los Dinosaurios

Como cada día, hoy nos vamos al río a la hora de comer. Esta tarde la manada somos: a dos patas sólo yo; a cuatro: Gala (la perra de Alejandro que hoy no puede venir porque le toca médico), Bimba (super-amiga de Gala), Pinto, Sancho y La Charito, de la que os hablaré otro día. Después de media hora larga de caminata llegamos al río. LLeva bastante agua y muy limpia. Cuando quedan unos metros para la orilla, Sancho me mira como pidiendo permiso, y yo le digo que adelante. Entonces coge carrerilla y ¡bum! se lanza tipo bomba y cae al agua. Suelto también a Pinto, es el único momento del paseo que lo hago. Pinto se escapa a la mínima oportunidad y como las cabras, tira al monte. Se puede pasar allí un par de días perdido, y yo de los nervios, claro. Pero si le suelto aquí, se echa una carrerita, se baña un poco y se queda más contento. Luego le vuelvo a poner la correa y listo. Estoy en éstas cuando veo que Bimba se ha tirado al río ¡está nadando!, bastante patosamente, pero ¡está nadando! Es la primera vez que lo hace, intenta seguir a Sancho que ya tiene bastante estilo, una especie de David Meca canino. Las patas de Sancho van silenciosas por debajo del agua y él está relajadísimo a lo suyo, mientras que Bimba chapotea como un bebé en la bañera. Estoy supercontenta de ver su primer baño y me empieza a dar la risa porque la carita de Bimba es un poema. Nada con el cuello estirado, con la boca cerrada casi herméticamente, intentando que no se le cuele ni una gota de agua, pero a la vez le sale una sonrisa nerviosa, una mezcla de alegría y nervios y me da la risa. ¡Qué momento tan bonito! ¡Qué lujo! ¡Qué alegr....¿Dónde está Pinto? Estoy tan embobada con el momento natación sincronizada que me he olvidado de Pinto, y el tío como me note distraída se larga a la menor oportunidad...¿Dónde est....Ah, qué susto, justo detrás de mí, revolcándose en la hierba fresca, en la hierba, qué mon....Fresco es fresco en lo que se revuelca, de eso no me cabe duda, pero ahí hay algo más que hierba. En algún momento, mientras estaba embelesada con Meca y la promesa de Esther Williams, ha pasado un tiranosaurio que no he visto y ha dejado una caca del tamaño de un coche, de un camión, de un molino. Mientras Sancho y Bimba se lanzaban de cabeza al río, Pinto hacia lo propio encima de una caca colosal, enorme, reciente ,AS-QUE-RO-SA. ¡¡¡Pintoooo!!!! ¡¡¡Nooooo!!!!¿¿¡Qué haces???? ¡¡¡Eso noooo!!!! Intento alejarle del "pastelito-pastelazo" pero no hay manera. Pinto es sordo, feliz, vuelta y vuelta como la panceta en barbacoa. Intento agarrarlo, pero ¿de dónde? ¿De dónde?? si ya es una croqueta de... chocolate ¡¡¡¡PINTOOOO!!!! Se incorpora un segundo con cara de : "¿qué?, ¿qué?, ¿eh?" Cogo una piedra enorme para tapar la mega caca y Pinto me mira con cara de decepción. Bueno , primera parte del problema resuelto. Ahora segunda parte: ponerle el collar sin tocarle. Imposible hacer el camino de vuelta sin ponerle el collar, se me escapa fijo, el collar es sí o sí, pero NO LE QUIERO TOCARRR. ¡Ay madre! ¿Y si le tiro al río? Para tirarle de todas formas tengo que ponerle el collar. ¿Qué hago, qué hago? mmm.... le tengo que poner el collar no queda otra... padre nuestro que estás.. me voy acercando...ven Pintito, hijo, no te muevas, no te me arrimes, quédate quietito corazón. Pero es Pinto, y es mucho pedir. Tiene unos chorretones tremendos, se los nota y según me acerco decide que es hora de ... sacudirse. Y se sacude. Mucho. Llevo una chaqueta verde de las rebajas de Zara, práctica y mona a la vez. Ya no es tan mona...ni tan verde. Es como de camuflaje, tipo uniforme militar Tormenta del Desierto. Desde luego quiero irme a Irak. No sé si llorar o llorar. Le pongo el collar como puedo (prefiero no entrar en detalles) y volvemos a casa, otra media hora de camino de regreso. Y Pinto que normalmente va unos pasitos atrás o unos pasitos alante, decide que es mejor caminar a mi lado. Es que está muy contento, tan contento que quiere compartir perfume con todos. Así que ahora en el camino de vuelta somos: a dos patas yo, a cuatro: Pinto (feliz y perfumado) Sancho (feliz , empapado y envidioso del buen olor de Pinto), Bimba (orgullosísima de sí misma y preguntándose dónde se habrá hecho Pinto con ese perfume tan bueno) , Gala (pensando que nunca había visto a Pinto tan guapo) y La Charito (contenta porque volvemos y orgullosa de salir con una manada que huele tan bien). Y, a ocho patas y con alas una veintena de moscas gordas que vuelan por encima de Pinto formando un aura negra y zumbante. De vuelta al corral, les doy de comer, tenía listas las pipetas antiparásitos. Se la pongo a Sancho, a Pinto ni me arrimo. Para más guasa no tenemos agua corriente en el corral, con lo cual no puedo darle un manguerazo. Así que a casa a duchar. He metido mi ropa en la lavadora, toda, estoy a punto de centrifugarme a mi misma pero me decanto por siete duchas seguidas de agua hirviendo. Y me paso el guante de crin. Veinte veces. Este ha sido nuestro paseo hoy. Los que tenemos perro sabemos que estas cosas pasan. Los que no lo tenéis y queréis tener uno porque es divertido y bonito, sabedlo: ESTAS COSAS PASAN.

martes, abril 05, 2011

TODO (O CASI) SOBRE SANCHO

Me llamo Sancho, tengo unos 4 años y vivo en el corral con Pinto. Salgo de paseo todos los días y me baño en el río, me gusta mucho nadar aunque el agua esté muy fría. En invierno cuando volvemos al corral Carmen me seca bien con una toalla, si hace calor, las carreras que me pego y el buen tiempo me secan en un ratito. Estoy contento, por fin pertenezco a una manada, me dan de comer todos los días, no paso frío en invierno y ya no me mojo cuando llueve. Y no me pegan. Incluso si alguien lo intenta, mi manada da la cara por mí. Si un perro grande intenta morderme voy corriendo con Pinto, Pinto no es agresivo, pero no le gusta la violencia y lo deja claro. Si es un humano Carmen no lo consiente. Como el otro día, que un hombre me fue a pegar un bastonazo y ella le dijo que le denunciaba, que yo ya no estaba tirado en la calle, que tenía mis derechos (bueno, ¡si hasta tengo pasaporte!) Antes en el pueblo se reían de mí, me llamaban chucho, me tiraban piedras, me corrían con las motos. Ahora dicen de mí que estoy lustroso, que tengo el pelo bonito, que soy simpático, incluso juegan conmigo a la pelota. Yo no sabía jugar pero Carmen me ha enseñado.
Es un juego un poco confuso, la verdad, es como cuando me tiraban piedras, pero las pelotas y las piedras son distintas. ¡Las tiras al río y flotan! Entonces cojo carrerilla y me lanzo a por ellas, el agua ya no me da miedo. Lo que más me gusta es nadar y además me viene muy bien para la pata mala. Tengo una pata trasera un poco torcida, me la rompieron a la altura de la cadera, el veterinario dice que de un golpe seco. Cuando empezé a vivir con Carmen cojeaba mucho, pero nadar es una rehabilitación muy buena y muy divertida. Y correr también, claro. Corro detrás de los conejos (pero siempre me ganan, me da una rabia...), de las lagartijas, de los gatos, de los pájaros, corro a chinchar a los perros del pastor, (me caen fatal), ahh y me chifla cavar agujeros y llevarle ratoncitos a Carmen (eso no le hace gracia) y revolcarme en cosas que huelen fatal (eso le hace menos gracia todavía. Bueno, ahí exagera un poco, no creo que revolcarse en las tripas de un bicho muerto deje un olor tan malo. Pero no falla, cada vez que lo hago, ducha al canto. Y la ducha si que no me gusta nada de nada. Ya sé, me gusta bañarme en el río pero no la ducha. Bueno, yo también tengo mis manías, ¿qué pasa?) Si me veis, soy un perro como los demás. Apenas me quedan cicatrices por fuera: una pata un poco chula y una marca en el cuello , una linea honda que lo cruza y en la que no me crece el pelo. Pero eso lo sabéis porque os lo he contado ahora. Por fuera soy otro perro más, sin raza definida, feliz y orgulloso de mi manada y del papel que tengo en ella. Hay un proverbio árabe que dice que cuando un perro callejero te sigue es en realidad tu ángel de la guarda que te reconoce y te acompaña a caminar un rato. No nos tiréis piedras, no nos torturéis, si sufrimos no paseis de largo fingiendo que no nos veis. Porque es verdad, somos ángeles, ¿acaso los ángeles no llevan amor a los corazones? Es lo que hacemos, sólo que algunos de vosotros no queréis daros cuenta. No importa, porque somos ángeles y tenemos buen corazón siempre os daremos una segunda oportunidad. No la rechazeis. No nos rechazeis. Saldreis ganando.

domingo, abril 03, 2011

¿Mis?



Tengo que pedir disculpas a mis compañeros animales por el uso del adjetivo posesivo. Mi perro, mi gato, mi lavadora, mis cosas, mis posesiones. Si entendemos que algo es de uno porque lo compra, entonces no son míos porque no he pagado ni un céntimo por ninguno de ellos. No compro animales del mismo modo que no compro o he comprado amigos o novios, por ejemplo. Si algo es mío porque otra persona me lo regala, como mucho son regalos del destino, que ya es bastante. Si algo es mío porque me responsabilizo de ello, entonces, tal vez el "mi" podría aplicarse. Pero miro a "mis" compañeros animales y siento que no soy dueña de nada. No puedo ser dueña de la manera de nadar de Sancho ni de la forma en que Pinto se revuelca en la hierba fresca. Los ronquidos de Bimba no son míos, ni la forma en que Amelia se estira por las mañanas; las carreras locas de Puro son de Puro, y la manera en que Sooty me desordena los papeles de la oficina desde luego que mía no es (pensándolo bien tal vez lo que está haciendo es poner un poco de orden en mi caos) y desde luego esa carita de Luna mirando por la ventana tampoco me pertenece. Así que son míos en la medida en que nos pertenecemos los unos a los otros, somos miembros del mismo equipo y afrontamos la vida juntos. Nos queremos.