sábado, octubre 01, 2011

ADIÓS JORGITO

Cuanto tiempo sin escribir. Tengo muchas cosas en mi cabeza que quiero compartir pero creo que debería empezar por terminar de contar la historia de Jorgito. La mañana siguiente de recoger a Jorgito me levanto pronto para echarle un vistazo. La noche anterior mientras le daba de comer aprendí un par de cosas. Los pájaros en el nido no son como los cachorros de perro o gato, esto es, no necesitan comer cada tres horas, no hay que despertarles, tienen sueño y quieren dormir. Y no hay que atufarles a comida, incluso lo que a nosotros nos puede parecer muy poco para ellos es más que suficiente.
Echo un vistazo a Jorgito y enseguida me doy cuenta de que algo no va bien. Está completamente hinchado, es literalmente un globo. Toda la piel que le rodea está tan hinchada que las plumas se han separado y veo perfectamente a través de la piel su frágil y rosado cuerpecito. Incluso la cabeza está hinchada. Busco en google y la red dice que es común cuando el pájaro sufre de falta de vitaminas. Pero sé que éste no es el caso. Jorgito se ha caído del nido ayer, estoy segura que sus padres le han alimentado bien, y por ahora está espabilado y lleno de energía, aunque noto que su movilidad no es la misma, pero no le noto débil sino incómodo. Acondiciono una caja de zapatos y me lo llevo al veterinario.
Mi veterinario no está, se ha ido de vacaciones así que está la suplente que no tiene ni idea de lo que le pasa. Decidimos que hay que pinchar la burbuja y aplicar pomada con penicilina en los agüjeritos. Así que con esa idea voy a casa y me hago con el siguiente material:

- agujas para diabéticos, son finísimas, perfectas para perforar la piel de Jorgito
- alcohol de farmacia, para desinfectar las agujas antes de pinchar
- pomada de penicilina para aplicar en la perforación.

Esto es lo que hago:

Limpio bien la aguja de diabéticos con un algodón empapado en alcohol y cojo al mirlo con la mano izquierda, con ese pulgar aparto muy suavemente unas plumas para dejar la zona a perforar a la vista. Es muy importante la posición de la aguja a la hora de pinchar. No es como pinchar un globo, la aguja no puede ir frente a la piel, si el pájaro se mueve tenemos un incidente desagradable. Hay que ir en paralelo al cuerpo. Podemos hacer un agujero de entrada y salida, casi como dar una puntada. Hay que hacer esta operación con mucha calma,mucha paciencia, lentamente.
Pronto me doy cuenta de que no hay una sola burbuja si no muchas pequeñas: la parte de atrás de la cabeza, el pecho, la espalda, los muslos, en total 6 ó 7. Cada vez que hago un agujero, lo tapo después con un poquito de pomada con penicilina. Según las burbujas pierden aire noto que Jorgito está más activo y se encuentra más agusto. Entonces aprovecho y le doy de comer. Le observo a lo largo del día y veo que está bien y le doy de comer cada hora y media.

A la mañana siguiente Jorgito es un globo de nuevo, la lógica me dice que las burbujas se hinchan con la respiración de Jorgito, es decir, que tiene la pleura perforada, tal vez por una costilla rota y que de ser así no hay mucho que pueda hacer por él. Cada día sigo con mi rutina de perforar las burbujas y dar de comer y beber a Jorgito, pero veo que respira con dificultad y que ha perdido peso. Una mañana noto que sólo le quedan unas horas. Decido sacarle a la terraza, encima de una mesa acomodo con unos paños algo parecido a un nido y le cubro un poco para que esté relajado y tranquilo. Es muy triste. Da bocanadas intentando llenar sus pequeños pulmones pero es en vano. Quiere incorporarse cuando escucha otros mirlos llamándole pero no tiene fuerzas. Poco a poco se rinde. Unos minutos después, que se me hacen eternos, todo ha terminado.

Jorgito, he aprendido mucho de tí, comparto lo que me has enseñado por si alguna vez alguien encuentra otro pájaro caído del nido. Estoy segura de que ésta vez Jorgito saldrá volando.

domingo, junio 26, 2011

COMO CUIDAR UN PÁJARO CAÍDO DEL NIDO





Este es Jorge, Jorgito, un mirlo común. En algún momento del día se ha caído del nido y hoy cuando sacaba a la Chata le he encontrado intentando remontar el vuelo. A veces cuando un pájaro cae del nido los padres bajan y le siguen alimentando, especialmente si como Jorge ya es grandecito. La cosa es que hace calor, mucho, y la zona donde ha caído está muy transitado por gatos, empezando por los míos, así que le he cogido y me le he traído a casa. Os cuento brevemente como le cuido por si os veis en el mismo caso tal vez os sea de ayuda. También si leéis esto y tenéis experiencia me gustaría conocerla y que diérais ideas y pautas para que la cría de Jorgito sea un éxito y pronto sea libre.



Lo primero que he hecho para cogerle es echarle un paño por encima, el mismo que veis en la foto. La situación para el pájaro es de muchísimo stress y la oscuridad les ayuda a relajarse. Además con el calor que hace las manos sudan y provocan un calor en el animal que junto con la tensión no es bueno. Ya en casa le he puesto en una caja de zapatos en la que he hecho muchos agujeros con un lápiz para que no le falte el aire- He metido a Jorge dentro envuelto en el paño a modo de nido y le he dejado así en el baño. Nada de ruidos, mis gatas no le pueden tocar y la perra tampoco. Después le he preparado una pasta con yema de huevo, lechuga y galletas para diabéticos, por que eran las que tenía y porque creo que sin azúcar es mejor. Lo he triturado todo bien y diluido en agua, para que quede una pasta suave. Cuando la he tenido listo la he metido en una jeringuilla y a continuación se la he dado a Jorgito. Esa es la parte complicada. Hay que mantener al pájaro dentro del nido que hemos inventado, en mi caso el trapo. Una buena idea para un nido es un calcetín doblado. El pájaro tiene que estar cómodo, tranquilo y a la vez un poquito inmovilizado, necesitamos las dos manos. Una para sostener la jeringuilla y con la otra hay que abrirle el pico. Esto último hay que hacerlo con mucho cuidado. Es un pico chiquito y frágil y no queremos hacer daño al pájaro. Después de varias intentonas lo he conseguido y aunque Jorgito al principio no estaba por la labor en cuanto a notado el sabor de la pasta se ha puesto a abrir la boca como un loco. ¡Qué hambre tenía! Hay que empujar el embolo de la jeringuilla muy despacio (la jeringuilla sin la aguja, claro) para que la comida no salga disparada y acabemos atragantando al pájaro. Al principio le costará pero igual que le ayudamoa a abrir el pico se lo cerramos para que trague la comida (un poco como cuando le damos una pastilla al gato). Esto lo he repetido varias veces hasta que se ha comido la cantidad que me parecía la adecuada. Después con el mismo sistema de jeringuilla le he dado agua, sólo una poquita. Esto lo tengo que repetir cada 3-4 horas durante los próximos días. Cuando el pájaro me conozca le empezaré a dejar suelto por el baño para que vaya entrenando las alas y ganando músculo hasta que pueda irse. Aunque ahora lo tengo en la caja de zapatos es importante que a la hora de comer vea la luz del sol para que no pierda los ciclos del día y la noche. Ahora os dejo que a Jorgito le toca su toma. Mañana tengo que coger algún insecto para meterlo en la papilla y que no le falten proteínas y cuando sea más grande dárselos medio vivos para que se vaya acostumbrando a cómo son y cazarlos.




La semana pasada se me coló otro mirlo por el tubo de la chimenea y acabé desmontándola hasta que pude sacarle. Montarla otra vez fue un auténtico reto, pero la sensación de abrir las manos y que un pájaro salga libre, volando hacia el cielo es impagable.



Os dejo que Jorge tiene hambre-







lunes, junio 06, 2011

PERROS POTENCIALMENTE PELIGROSOS

Todas las noches Bimba (La Chata) y yo nos vamos a dar el último paseo del día. A veces nos acompañan las gatas Amelia y Puro y otras veces nos vamos las

dos solas. Es el momento del día para de reforzar el tema de la correa, de enseñarla a no cruzar, de recordarla antes de acostar que la líder soy yo. Hay días que son un éxito, hay otros que la perra no me hace una pedorreta porque no sabe, pero el caso es trabajar un poco cada día, todas las ocasiones son buenas.



Hace unos días volvíamos a casa de nuestro paseo, Chata iba suelta, caminaba a mi lado, las dos tranquilas, yo pensando en irme a dormir y ella no sé en qué. En estas nos encontramos a un matrimonio, Chata se acerca al hombre con pasito lento y le huele, enseguida pierde el interés. El hombre me dice:


-uy, quítame ese perro que no me gusta nada



No entiendo muy bien lo que hay que quitar porque la perra no tiene ningún interés en este señor, de hecho ha encontrado algo mucho más interesante: un sapo gordo y verde que se dirige a toda prisa a un arbusto casi tan verde como él. La Chata ha decidio escoltarle.



- No me gustan esos perros, son de esos que de jovencitos vale pero de mayores te traicionan.



Ya veo por donde va el tipo, pero no soy ni la mitad de inteligente que Chata y en vez de pasar de él entro a trapo y le digo:



- ¿me está usted hablando de perros o de su experiencia personal con las personas?


- de perros, de perros, éste es un perro de esos


- ¿de esos de cuales?


- de los de la lista


- ¿de qué lista?



Si hay algo que no comparto en absoluto es la famosa lista de los PPP, perros potencialmente peligrosos. Me parece muy atrevido y muy ignorante elaborar una lista en la que no sé quien ni con qué criterios decide que hay una serie de perros que son peligrosos. Detesto las etiquetas, detesto que se juzgue a los perros sin tan siquiera conocerlos. Me parece intolerante, estúpido y prepotente el juzgar por la apariencia y encima tener los bemoles de plasmar toda esa ignorancia en una lista como si fuera dogma de fé. Para este tipo (que ya me empezaba a caer bastante mal) mi perra era agresiva y traicionera. Apenas la había visto un minuto.



- ¿de qué lista?


- de la lista de los perros esos


- ya. ¿ha leído usted la lista?


- no


- ¿la ha visto publicada en alguna parte?


- no


- ¿sabe la raza de mi perra?


- no, pero es de esos.



Me voy calentando, intento no calentarme, pero me voy calentando, no sólo no ha leído la estúpida lista sino que aunque lo hubiera hecho no sabría sin Chata está en ella porque ni siquiera conoce su raza. Supongo que le mosquean los mofletes de la Chata, esos mofletes de los que mi padre estira o la gata Amelia ha intentado alguna vez colgarse. Esos mofletes que ahora rozan el lomo del sapo gordo y verde, desde luego Chata es más lista que yo mil veces.



- osea, que usted no ha visto o leído la lista pero sabe que mi perra está en ella, aunque tampoco sabe su raza.


- mira, yo he tenido perros toda mi vida y entiendo de perros, siempre he tenido muchos que soy cazador.



Estoy en un tris de decirle que yo también tengo mis listas y en mi lista de "actividades" repugnantes, la caza está en los primeros puestos, estoy en un tris de decirle que los cazadores son deleznables como dueños de perros pero resulta que no me gusta generalizar y soy educada y opto por callarme. Y este tipo interpreta mi silencio como una victoria suya, y se crece:



- y me gustan los perros, que tengo una perra que tiene ya como catorce años, que me ha criado mucho y mira se puso mala y llamé al veterinario.



Me pregunto si quiere un premio, su perra se enferma y llama al veterinario..¿y? .Sigo callada, de hecho me estoy mordiendo la lengua, creo que sangro y todo. Chata sigue escoltando al sapo, sin tocarle.



- llamé porque se le había reventado el útero, animalillo



Ahí me hago lío, ¿tiene rayos x en los ojos?



- ¿cómo sabe que se le ha reventado el útero?


- coño, porque lo veo


- ¿cómo que lo ve?


- porque se le salió hace ya tiempo y con el roce del suelo pues se conoce que con el roce, con el roce eso se le ha roto, y claro sangrando y eso, pero bueno llamé al veterinario y...



Ya no le escucho, miro a Chata, a mi Perra Potencialmente Peligrosa, que sigue escoltando al sapo sin hacerle un rasguño y miro a este gañán de tercera, cazador , que ama a sus perros, y que no está en ninguna lista porque no existe una lista de bestias a dos patas a las que se les prohiba tener animales de ninguna clase. Este amante de los perros que ha tenido a su perra criando hasta que el útero se la descolgado del cuerpo y lo ha ido arrastando por la casa y la calle durante semanas hasta literalmente reventar. Pero la peligrosa es mi perra. Miro en silencio a la mujer del gañán que ha permanecido todo el tiempo en segundo plano y pienso que tiene aspecto de haber tenido más de un hijo, estoy en un tris de recomendarle una buena faja por si acaso pero me aguanto las ganas y sin despedirme camino hacia casa. Chata se viene conmigo.



Días después me encuentro al gañán de nuevo por las calles del pueblo, mi perra va suelta conmigo y él lleva a dos de los suyos sueltos también. En cuanto ve a la Chata empieza a gritar como un poseso, su perros se ponen muy tensos y se tiran ladrando a por ella, pero mi perra que es lista, los ignora por completo y sigue caminando tranquila a mi lado. Gañán ata a sus perros, que tiran de él como posesos, se cruza a un señor del pueblo que le pregunta porqué lleva los perros atados, que porqué no los suelta. "No los suelto porque no me fío de la perra esa que va por ahÍ" Le oigo y por un momento se me pasa por la cabeza enfrentarme , estoy harta de este idiota, pero como siempre la lección viene de la perra. La miro jugar con Charito, una podenco abandonada tras la temporada de caza a la que hace poco la han matado los cachorros y estaba muy triste. La Chata juega con ella, la lame la cara, se echan carreras, la está ayudando a recuperar la autoestima y tiene éxito. Mientras las miro oigo al gañan mentar a Dios y a la madre de sus perros a la vez que les amenaza con partirles un palo en el lomo.



Está claro que queda mucho por hacer

martes, mayo 03, 2011

CÉSAR MILLÁN





César Millán está en Madrid los días 2 y 3 impartiendo sus seminarios y claro no me lo podía perder. Admiro muchísimo a Cesar Millán por diferentes razones. Somos de la misma generación, prácticamente la misma edad. Cuando yo tenía veinte años y estudiaba en la Universidad y viajaba por Europa con toda tranquilidad poniendo en práctica los idiomas aprendidos, César Millán se brincaba la frontera Mejicana a Estados Unidos sin saber ni una palabra de inglés y sin un céntimo en el bolsillo pero con una voluntad de hierro y un objetivo en su cabeza. Veinte años después es conocido y respetado internacionalmente por su trabajo. Admiro al Encantador de Perros y admiro a César Millán. Admiro a la persona que creyó en sí misma, y que saltó la frontera mejicana, pero sobre todo admiro a la persona que si tuvo una frontera interna, una barrera que le susurraba que los sueños no se cumplían supo ignorarla o saltarla igual que la otra frontera. Ése sí fue un gran salto. Admiro al hombre que creyó en sí mismo, que sabía que tenía un potencial y que supo desarrollarlo y que sacando lo mejor de sí mismo nos ayuda a los demás a sacar lo mejor de nosotros. Estoy segura de que habrá tenido momentos difíciles , de que el camino hasta donde está hoy habrá sido más duro de lo que nos parece a los que ahora contemplamos su éxito. Así que a mi Cesar Millán, me anima a mejorar cada día, su ejemplo me dice que los sueños se cumplen, que sólo se vive una vez y que tenemos que desarrollar nuestro potencial, es nuestra obligación ser felices y desarrollar nuestras capacidades al máximo. Todos, todos tenemos un don, ese extra que otros no tienen, que es exclusivo de nosotros y que nos hace únicos. Ese don que al potenciarlo nos hace mejores y nos ayuda a mejorar nuestra vida y por ende las de los que nos rodean y al final el mundo. No hay límites. Basta con darse permiso.


En cuanto al Encantador de Perros decir que creo firmemente en sus enseñanzas, repasarlas aquí sería muy extenso, pero no quiero dejar de recomendaros sus libros que están editados en castellano y también al programa de Cuatro. Está en pre-producción un nuevo programa suyo en castellano, no tengo muy claro el formato, pero creo que en lugar de adiestrar a los perros va a formar posibles futuros adiestradores, posibles futuros Encantadores de Perros. Si me entero de más lo iré contando por aquí. Su show de ayer en el Palacio de los Deportes fue muy divertido, lleno de sentido del humor, íbamos aprendiendo sin darnos cuenta, fue el auténtico líder, un hombre abierto, amable, algo socarrón, que viene con ganas de compartir lo que sabe y también dispuesto a aprender. Su mensaje de amor y respeto a los perros me llega muy dentro. Intento poner en práctica sus enseñanzas cada día. Mis perros pasean todos los días, si rompen algo o hacen alguna picia no me lo tomo de forma personal, (repaso, seguro que hay algo que yo podía haber hecho de forma diferente) intento no comunicarme verbalmente con ellos porque entre ellos no existen los nombres y el último consejo de César que he puesto en práctica es comprar una especie de corralito para Bimba, cuando está dentro está tranquila, me deja trabajar o puedo ir a comprar sabiendo que a la vuelta está dentro con sus juguetes y no va a vagabundear por la casa haciendo destrocillos típicos de cachorro. Hay muchos de sus consejos que no pongo en práctica, técnicas que no implemento bien, aspectos que tengo que mejorar para ser más feliz yo y hacer más felices a mis perros. Y todo esto es bueno porque significa que sólo podemos avanzar, que cada día las cosas sólo pueden ir a mejor, que cada día estaré más cerca de ser el pack leader que me gustaría ser. Y cuánto más mejore y más equilibrados estemos la manada y yo, más perros podremos ayudar a recuperarse y también más conciencias humanas cambiaremos. César terminó el show de ayer con un frase y yo os quiero dejar con ella también, es de Ghandi



La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por el modo en el que se trata a sus animales.










viernes, abril 22, 2011

TOÑI NECESITA AYUDA


































Esta es Toñi. Nos acompaña muchas veces a la manada al paseo. No creo que haya cumplido el año y su vida es ya muy dura. Su historia se puede resumir así: érase una vez un cazador que vivía en la gran ciudad y que tenía tiempo libre y posibilidades económicas. Decide montar una reala y se hace con cachorros de aquí y de allá. En total cincuenta perros. Se los lleva a un pueblo donde hay caza y los deja a todos en una finca. No hay nada como tener pasta para poder darse un capricho. Así que ahora el pijo de ciudad tiene ciencuenta perros en una finca para poder ir a cazar y lucirse delante de los colegas. Además el hombre tiene sentido "estético", corta uns orejas por allí, unos rabitos por acá, no le queda muy bien, pero por la falta de práctica que si no...Todo perfecto. O casi. Resulta que los perros necesitan comer todos los días y no todos son tan buenos para la caza como parecían y además lo de ir a cazar tampoco es tan divertido y además tanto perro, y cógete el coche y vete al pueblo y dales de comer y cógete el coche de vuelta y vuélvete a casa y el veterinario y ufffff, qué rollo.... mmmm ...¿qué hacer? Nuestro pijo de ciudad decide que lo mejor es que se busquen la vida así que abre las puertas de la finca y los suelta, a los cincuenta. Uno de ellos es Toñi.

La alimento todos los días y desde hace un par de semanas me deja tocarla, Bimba la boxer me ha ayudado mucho con eso y también ayuda a Toñi a relajarse y a subir su autoestima. Pero la situación es peligrosa. Toñi ya ha empezado a perder peso, a sufrir las primeras pedradas (tiene marcas por las patas) y cojea un poco (¿la han atropellado? ¿la han corrido con las motos?). Toñi es muy cariñosa y dulce, necesita una familia que no la vea como un capricho si no como un miembro más que puede aportar muchas cosas positivas. Las fotos que veis que está ladrando es que se pone contenta cuando me ve y me lo dice, es muy graciosa y muy bonita. Si sabéis de alguien que pueda acogerla o que sea un adoptante responsable, no dejéis de hacérmelo saber. Toñi se lo merece, si nadie la ayuda, la espera un verano muy duro y un final nada bueno. De parte de Toñi , muchas gracias.

martes, abril 19, 2011

LA HISTORIA DE PINTO CONTADA POR PINTO

Me llamo Pinto, soy un sabueso español de diez años de edad. Nací a muchos kilómetros de distancia de donde vivo ahora. Me pasé los seis primeros años de vida cazando. Los de mi raza estamos especializados en liebre y a veces caza mayor. Si hay que hacer frente a un jabalí pues se hace y punto.



Hace cuatro años, mi amo, junto con otros cazadores y un grupo de perros como yo, vinimos a pasar el fin de semana a esta parte del país. Perros y amos llegamos con los coches a un claro del bosque y allí nos soltaron. A tres compañeros de mi mismo equipo y a mí nos llegó un olor (un viento lo llaman) de un venado. Sin contemplaciones nos dimos a la carrera siguiendo su rastro y desaparecimos entre los árboles aullando frenéticamente. Pasadas unas horas comenzó a anochecer y aún no habíamos conseguido cobrar la pieza. Fue entonces que los otros dos sabuesos decidieron volverse de vacío y yo preferí continuar. Jamás se vuelve sin nada. Volver al amo sin nada en la boca es una idea estúpida, suicida. Es cuando lo haces que empiezan los problemas, y más si tienes cierta edad. El amo empieza a mirarte raro, con un signo de interrogación en la mirada que con el tiempo pasa a la indiferencia y termina en desprecio absoluto. Lo he visto muchas veces. Compañeros míos han pasado de los halagos al tiro en la cabeza en cuestión de meses. Del perro favorito al perro muerto. Volver de vacío no era una opción.



A la mañana siguiente y con la presa definitivamente perdida estaba agotado, hambriento y frustrado. Emprendí el camino de regreso al claro del bosque donde los amos aparcaron el coche la mañana anterior. Intentaba consolarme pensando que cualquiera podía perder un rastro alguna vez en la vida y que pronto tendría otra oportunidad de demostrar a mi amo que seguía siendo el mismo Pinto de siempre.Llegué al claro.


No había nadie.


No había coches, no había cazadores, mis compañeros tampoco estaban. Por un momento pensé que me había confundido de lugar, era imposible que me hubieran abandonado, que hubieran regresado a casa sin mí. Yo nunca lo haría, nunca dejaría a un compañero (no importa el número de patas) abandonado a su suerte, sin techo, sin agua, sin comida. Acostumbrado al ruido de motores, a los ladridos y a los gritos, ese silencio en medio del bosque me pone nervioso. Estoy solo. Queda en el aire un leve olor a gasolina, a orín de uno de los compañeros que ha marcado un arbusto casi seco, me llega también el olor a los restos de un bocadillo, apenas quedan unas migajas y como lo que han dejado las hormigas. Entonces no imagino que durante los próximos dos años mi vida serán eso: soledad y migajas.





Durante días deambulo por la carretera intentado encontrar algún rastro que hayan dejado los de mi grupo. Nada. Decido que lo mejor que puedo hacer es andar por medio de la autopista porque se me mete en la cabeza que el momento en que mi amo se de cuenta de que se ha vuelto a casa sin mí volverá a buscarme y en medio del asfalto soy muy visible. Los coches pasan a mi lado a gran velocidad, me pitan y yo corro contento hacia ellos porque estoy seguro de que en uno va mi amo. Mi amo que viene a buscarme, mi amo al que siempre he sido leal y obediente, mi amo al que he entregado incondicionalmente mi vida, mi amo vendrá a buscarme. Y con la esperanza del reencuentro continúo caminando por el asfalto, hasta llegar al pueblo donde vivo ahora.


En las afueras, al lado del cementerio hay un vertedero donde los pastores arrojan ocasionalmente su ganado muerto y el carnicero piezas que no ha conseguido vender. Este lugar se convierte en mi pequeño territorio y a él incorporo una rutina básica: comer y tumbarme en medio de la carretera a esperar a mi dueño.
Así paso dos años, dos lentos, solitarios y muy, muy duros años. He adelgazado mucho, estoy muy sucio, me veo en los charcos y casi no me reconozco. Me he dado cuenta de que en este pueblo hay muchos cazadores. Se me ocurre que es posible que alguno de ellos conozca a mi amo, puede ser que hayan hablado con él e incluso que haya un rastro suyo en alguna de sus ropas. Elijo un viejo cazador al azar que veo caminando y me acerco a él con un trotecillo simpático, cordial, tranquilote. La primera pedrada me da de lleno en la nariz. Es una piedra grande en la mano de un hombre grande. Sangro bastante pero aún así insisto en acercarme, no he hecho nada a ese hombre y yo sólo quiero preguntar por mi amo. La segunda es en las costillas, me alcanza de pleno. El mérito no está en la puntería del hombre, es que estoy tan flaco que mis costillas son un blanco bien fácil. Durante las semanas y meses siguientes que voy a preguntar por mi amo, se repiten las agresiones. Tengo heridas por toda la cara (está muy hinchada), las patas, el lomo... el dolor que me producen se suma a la desnutrición, la depresión, el frío. Ya no queda nada del perro alegre que fuí.



Seguí conservando la costumbre de dormir en la carretera y un día que la cruzaba , débil y con la vista borrosa, no vi lo que se me echaba encima. Me atropellaron y fui arrastrado de una de mis patas delanteras durante metros. El dolor me hizo entrar en estado de shock, mi pata delantera derecha estaba destrozada, todos los tendones estaban rotos y la almohadilla central había desaparecido entera. Me incorporé como pude y busqué un lugar donde esconderme varios días. Cambié mi rutina y comencé a bajar al pueblo sólo por la noche cuando la gente ya se había metido en sus casas. Cada vez que paso por delante del garaje de una de ellas me "atacan" unos ladridos de lo que me parece un perro pequeño. Es Sancho pero yo aún lo sé.


Un día cualquiera decido que ya no puedo más. Eso a veces lo hacemos los perros. Estamos programados para sobrevivir pase lo que pase y ni el hambre ni las heridas vencen nuestro ánimo. Pero necesitamos una manada, un grupo al que pertenecer, al que poder aportar nuestras cualidades y yo tullido y todo tengo muchas, pero parece que nadie quiere molestarse en descubrirlas. Me tumbo pues junto a un muro y espero sin miedo a que me llegue la hora. Se acerca una mujer, lleva siguiéndome meses. Le acompaña siempre el perro nervioso que me ladra desde el garaje. Aunque no hay nada amenazante en ella huyo siempre que se me acerca. Lo intenta muchas veces: deja comida a mi lado, se sienta junto a mi ignorándome, hablando con Sancho, acariciándole, jugando con él enfrente mía. Un día Carmen cambia de táctica, esta vez viene con una amiga, Amanda, que lleva de la correa una perra. Me llega a la nariz ese olor maravilloso que tienen las hembras y un poquito de vida se enciende dentro de mí. Cojeando voy siguiendo a la hembra que sigue a Amanda que sigue a Carmen que llave en mano se encamina a un corral de puertas grandes y verdes. En algún momento sin que me diera cuenta alguien ha puesto una bufanda rosa alrededor de mi cuello y va tirando de mí. Abre Carmen la puerta y entra, detrás Amanda, detrás la perra Blanqui de olor maravilloso y detrás yo. Parecemos el Flautista de Amelín y las Ratas. Cuando escucho las puertas verdes cerrarse detrás de mí el pánico me paraliza. Acabo de cometer un gran error, estoy encerrado, sin escapatoria con dos humanos. Amanda se acerca, miro sus manos, no hay piedras en ellas. Con las llemas de los dedos me acaricia el entrecejo despacito y me habla bajito y su hablar es dulce y ya no estoy tan asustado y a lo mejor después de todo no he cometido un error y se me escapa un suspiro y apoyo mi cabeza en su pierna. Carmen me trae agua fresca y comida.
Al día siguiente me lleva en coche al veterinario. Encuentran el chip en mi cuello, encuentran a mi amo al que tanto busqué durante tanto tiempo. El veterinario le confirma que nunca podré volver a cazar debido al destroce en mi pata. Habla después con Carmen, le cuenta mi historia, le dice que soy buen perro pero que si no sirvo para cazar ya no me quiere, que paga la inyección letal pero que ni un céntimode más de gastos de veterinario o mi alimentación. Carmen dice que no quiere nada. Fin de la conversación. Vienen ahora vacunas, papeles, pastillas, desparasitación, baño (que no me gusta nada) y un ungüento para caballos perfecto para reconstruir mi almohadilla. Me encanta cuando me la cura porque luego me da sopliditos en la herida y besos en la cabeza. Y en las orejotas. Y rascaditos en el cuello. Y paseos diarios, y comida. Y mi caseta donde meterme cuando llueve con mi colchón. Y Sancho, mi compañero Sancho que me quiere mucho, que me lame la cara todos los días, que me hace sentir necesitado y por el que doy la cara siempre. Soy tan feliz y muevo tanto el rabo que no lo hago de un lado a otro si no en círculos, a veces mi trasero parece un helicóptero listo para el despegue. Estoy guapo otra vez. Uno de los del pueblo que me tiraba piedras le ha dicho a Carmen que soy un perro de categoría. Le ha hecho una oferta económica por mí pero ella la ha rechazado, por supuesto, le ha dicho que yo siempre he sido un perro de categoría, incluso cuando vivía en el vertedero alimentado de despojos. Me acerco al hombre, no soy rencoroso, le digo hola con mi rabo-helicóptero. La misma mano que me tiraba piedras me da ahora palmaditas en la cabeza. Le dice a Carmen que soy viejo y que en realidad no sirvo para nada, no se me puede sacar provecho. Ella le pregunta entonces que desde cuando está él jubilado y que qué piensan en su casa de su descenso de productividad. El hombre sorprendido no responde.


Es verdad, era, he sido y siempre seré un perro de categoría.

sábado, abril 09, 2011

NO AL MALTRATO ANIMAL


Quiero hablar de este tema pero no sé por donde empezar. Quizá tal vez debería intentar recordar cual fue la primera vez que fui testigo de un maltrato animal. O mejor la primera vez que fui consciente de que lo que presenciaba no era moralmente ni correcto ni justificable. Creo que fue una vez que entré con mi madre en una tienda de animales (tal vez a comprar alpiste, teníamos muchos pájaros entonces). Sobre el suelo, en una esquina había una jaula con un pequeño monito dentro. Recuerdo ponerme en cuclillas y quedarme mirando al monito completamente fascinada. Había visto otros como él en televisión, pero nunca así, en carne y hueso tan de cerca. Mientras mi madre compraba, el monito y yo nos mirábamos, cada uno desde el lugar de las rejas que el destino había elegido para él. Llegó el momento de irse, y al levantarme e irme hacia la puerta, el pequeño mono sacó su manita de entre las rejas y me agarró del pantalón. No recuerdo su cara, pero aún puedo ver esa manita, oscura, algo más pequeña que la mía, agarrando mis pantalones con fuerza. De pronto me moría de ganas de llevarme al mono.

- Mamá, ¿podemos llevárnoslo?

- No, no podemos

- ¿Por qué?

- Una casa no es un sitio para un mono.

- Mamá, ¿tiene familia?

- Imagino que sí

- ¿Tiene papás?

- Supongo

- ¿Y hermanos?

- Pueso eso no lo sé

Y entonces me dió por pensar que el monito era como yo, hijo único, y que se sentía solo, sin hermanos para jugar, como yo. Sólo que yo ahora me podía ir a mi casa, mi mundo se veía tal cual era, sin rejas de por medio, tenía a mis amigos, y a mis papás y me gustaba estar con ellos. Y de pronto me pareció todo muy, muy injusto y mentalmente le prometí al pequeño mono que volvería para sacarle de su jaula y que buscaríamos a sus padres. No cumplí mi promesa.


La triste realidad es que vivimos rodeados de maltrato animal. Nuestro delito es ser complices por ser indiferentes. Cambiar el mundo es difícil, pero no quiero que el mundo me cambie a mí. Quiero seguir siendo la niña que sintió pena por el pequeño mono, que le hizo una promesa y que aún siente que debe cumplirla.

Buscad una causa que os llegue al corazón, implicaos y luchad por ella. Tal vez sea dejar de comprar pieles, tal vez cambiar vuestra dieta. Tal vez sea adoptar un perro en vez de comprarlo, o tal vez educar a tu hijo en el respeto a la naturaleza. A lo mejor consiste en empezar a reciclar, o no comprar más bolsas de plástico. No son grandes cosas, algunas requieren romper con hábitos de toda una vida, pero de verdad que merece la pena.


Os dejo con algunos links de grupos y asociaciones que hacen un trabajo encomiable y que siempre necesitan colaboración. Hay muchas más, por supuesto, pero por algún sitio hay que empezar. En el momento que hagáis click en ellos, habréis dejado de ser complices porque ya no será posible la indiferencia. Bienvenidos.




http://www.elrefugio.org/

miércoles, abril 06, 2011

David Meca y los Dinosaurios

Como cada día, hoy nos vamos al río a la hora de comer. Esta tarde la manada somos: a dos patas sólo yo; a cuatro: Gala (la perra de Alejandro que hoy no puede venir porque le toca médico), Bimba (super-amiga de Gala), Pinto, Sancho y La Charito, de la que os hablaré otro día. Después de media hora larga de caminata llegamos al río. LLeva bastante agua y muy limpia. Cuando quedan unos metros para la orilla, Sancho me mira como pidiendo permiso, y yo le digo que adelante. Entonces coge carrerilla y ¡bum! se lanza tipo bomba y cae al agua. Suelto también a Pinto, es el único momento del paseo que lo hago. Pinto se escapa a la mínima oportunidad y como las cabras, tira al monte. Se puede pasar allí un par de días perdido, y yo de los nervios, claro. Pero si le suelto aquí, se echa una carrerita, se baña un poco y se queda más contento. Luego le vuelvo a poner la correa y listo. Estoy en éstas cuando veo que Bimba se ha tirado al río ¡está nadando!, bastante patosamente, pero ¡está nadando! Es la primera vez que lo hace, intenta seguir a Sancho que ya tiene bastante estilo, una especie de David Meca canino. Las patas de Sancho van silenciosas por debajo del agua y él está relajadísimo a lo suyo, mientras que Bimba chapotea como un bebé en la bañera. Estoy supercontenta de ver su primer baño y me empieza a dar la risa porque la carita de Bimba es un poema. Nada con el cuello estirado, con la boca cerrada casi herméticamente, intentando que no se le cuele ni una gota de agua, pero a la vez le sale una sonrisa nerviosa, una mezcla de alegría y nervios y me da la risa. ¡Qué momento tan bonito! ¡Qué lujo! ¡Qué alegr....¿Dónde está Pinto? Estoy tan embobada con el momento natación sincronizada que me he olvidado de Pinto, y el tío como me note distraída se larga a la menor oportunidad...¿Dónde est....Ah, qué susto, justo detrás de mí, revolcándose en la hierba fresca, en la hierba, qué mon....Fresco es fresco en lo que se revuelca, de eso no me cabe duda, pero ahí hay algo más que hierba. En algún momento, mientras estaba embelesada con Meca y la promesa de Esther Williams, ha pasado un tiranosaurio que no he visto y ha dejado una caca del tamaño de un coche, de un camión, de un molino. Mientras Sancho y Bimba se lanzaban de cabeza al río, Pinto hacia lo propio encima de una caca colosal, enorme, reciente ,AS-QUE-RO-SA. ¡¡¡Pintoooo!!!! ¡¡¡Nooooo!!!!¿¿¡Qué haces???? ¡¡¡Eso noooo!!!! Intento alejarle del "pastelito-pastelazo" pero no hay manera. Pinto es sordo, feliz, vuelta y vuelta como la panceta en barbacoa. Intento agarrarlo, pero ¿de dónde? ¿De dónde?? si ya es una croqueta de... chocolate ¡¡¡¡PINTOOOO!!!! Se incorpora un segundo con cara de : "¿qué?, ¿qué?, ¿eh?" Cogo una piedra enorme para tapar la mega caca y Pinto me mira con cara de decepción. Bueno , primera parte del problema resuelto. Ahora segunda parte: ponerle el collar sin tocarle. Imposible hacer el camino de vuelta sin ponerle el collar, se me escapa fijo, el collar es sí o sí, pero NO LE QUIERO TOCARRR. ¡Ay madre! ¿Y si le tiro al río? Para tirarle de todas formas tengo que ponerle el collar. ¿Qué hago, qué hago? mmm.... le tengo que poner el collar no queda otra... padre nuestro que estás.. me voy acercando...ven Pintito, hijo, no te muevas, no te me arrimes, quédate quietito corazón. Pero es Pinto, y es mucho pedir. Tiene unos chorretones tremendos, se los nota y según me acerco decide que es hora de ... sacudirse. Y se sacude. Mucho. Llevo una chaqueta verde de las rebajas de Zara, práctica y mona a la vez. Ya no es tan mona...ni tan verde. Es como de camuflaje, tipo uniforme militar Tormenta del Desierto. Desde luego quiero irme a Irak. No sé si llorar o llorar. Le pongo el collar como puedo (prefiero no entrar en detalles) y volvemos a casa, otra media hora de camino de regreso. Y Pinto que normalmente va unos pasitos atrás o unos pasitos alante, decide que es mejor caminar a mi lado. Es que está muy contento, tan contento que quiere compartir perfume con todos. Así que ahora en el camino de vuelta somos: a dos patas yo, a cuatro: Pinto (feliz y perfumado) Sancho (feliz , empapado y envidioso del buen olor de Pinto), Bimba (orgullosísima de sí misma y preguntándose dónde se habrá hecho Pinto con ese perfume tan bueno) , Gala (pensando que nunca había visto a Pinto tan guapo) y La Charito (contenta porque volvemos y orgullosa de salir con una manada que huele tan bien). Y, a ocho patas y con alas una veintena de moscas gordas que vuelan por encima de Pinto formando un aura negra y zumbante. De vuelta al corral, les doy de comer, tenía listas las pipetas antiparásitos. Se la pongo a Sancho, a Pinto ni me arrimo. Para más guasa no tenemos agua corriente en el corral, con lo cual no puedo darle un manguerazo. Así que a casa a duchar. He metido mi ropa en la lavadora, toda, estoy a punto de centrifugarme a mi misma pero me decanto por siete duchas seguidas de agua hirviendo. Y me paso el guante de crin. Veinte veces. Este ha sido nuestro paseo hoy. Los que tenemos perro sabemos que estas cosas pasan. Los que no lo tenéis y queréis tener uno porque es divertido y bonito, sabedlo: ESTAS COSAS PASAN.

martes, abril 05, 2011

TODO (O CASI) SOBRE SANCHO

Me llamo Sancho, tengo unos 4 años y vivo en el corral con Pinto. Salgo de paseo todos los días y me baño en el río, me gusta mucho nadar aunque el agua esté muy fría. En invierno cuando volvemos al corral Carmen me seca bien con una toalla, si hace calor, las carreras que me pego y el buen tiempo me secan en un ratito. Estoy contento, por fin pertenezco a una manada, me dan de comer todos los días, no paso frío en invierno y ya no me mojo cuando llueve. Y no me pegan. Incluso si alguien lo intenta, mi manada da la cara por mí. Si un perro grande intenta morderme voy corriendo con Pinto, Pinto no es agresivo, pero no le gusta la violencia y lo deja claro. Si es un humano Carmen no lo consiente. Como el otro día, que un hombre me fue a pegar un bastonazo y ella le dijo que le denunciaba, que yo ya no estaba tirado en la calle, que tenía mis derechos (bueno, ¡si hasta tengo pasaporte!) Antes en el pueblo se reían de mí, me llamaban chucho, me tiraban piedras, me corrían con las motos. Ahora dicen de mí que estoy lustroso, que tengo el pelo bonito, que soy simpático, incluso juegan conmigo a la pelota. Yo no sabía jugar pero Carmen me ha enseñado.
Es un juego un poco confuso, la verdad, es como cuando me tiraban piedras, pero las pelotas y las piedras son distintas. ¡Las tiras al río y flotan! Entonces cojo carrerilla y me lanzo a por ellas, el agua ya no me da miedo. Lo que más me gusta es nadar y además me viene muy bien para la pata mala. Tengo una pata trasera un poco torcida, me la rompieron a la altura de la cadera, el veterinario dice que de un golpe seco. Cuando empezé a vivir con Carmen cojeaba mucho, pero nadar es una rehabilitación muy buena y muy divertida. Y correr también, claro. Corro detrás de los conejos (pero siempre me ganan, me da una rabia...), de las lagartijas, de los gatos, de los pájaros, corro a chinchar a los perros del pastor, (me caen fatal), ahh y me chifla cavar agujeros y llevarle ratoncitos a Carmen (eso no le hace gracia) y revolcarme en cosas que huelen fatal (eso le hace menos gracia todavía. Bueno, ahí exagera un poco, no creo que revolcarse en las tripas de un bicho muerto deje un olor tan malo. Pero no falla, cada vez que lo hago, ducha al canto. Y la ducha si que no me gusta nada de nada. Ya sé, me gusta bañarme en el río pero no la ducha. Bueno, yo también tengo mis manías, ¿qué pasa?) Si me veis, soy un perro como los demás. Apenas me quedan cicatrices por fuera: una pata un poco chula y una marca en el cuello , una linea honda que lo cruza y en la que no me crece el pelo. Pero eso lo sabéis porque os lo he contado ahora. Por fuera soy otro perro más, sin raza definida, feliz y orgulloso de mi manada y del papel que tengo en ella. Hay un proverbio árabe que dice que cuando un perro callejero te sigue es en realidad tu ángel de la guarda que te reconoce y te acompaña a caminar un rato. No nos tiréis piedras, no nos torturéis, si sufrimos no paseis de largo fingiendo que no nos veis. Porque es verdad, somos ángeles, ¿acaso los ángeles no llevan amor a los corazones? Es lo que hacemos, sólo que algunos de vosotros no queréis daros cuenta. No importa, porque somos ángeles y tenemos buen corazón siempre os daremos una segunda oportunidad. No la rechazeis. No nos rechazeis. Saldreis ganando.

domingo, abril 03, 2011

¿Mis?



Tengo que pedir disculpas a mis compañeros animales por el uso del adjetivo posesivo. Mi perro, mi gato, mi lavadora, mis cosas, mis posesiones. Si entendemos que algo es de uno porque lo compra, entonces no son míos porque no he pagado ni un céntimo por ninguno de ellos. No compro animales del mismo modo que no compro o he comprado amigos o novios, por ejemplo. Si algo es mío porque otra persona me lo regala, como mucho son regalos del destino, que ya es bastante. Si algo es mío porque me responsabilizo de ello, entonces, tal vez el "mi" podría aplicarse. Pero miro a "mis" compañeros animales y siento que no soy dueña de nada. No puedo ser dueña de la manera de nadar de Sancho ni de la forma en que Pinto se revuelca en la hierba fresca. Los ronquidos de Bimba no son míos, ni la forma en que Amelia se estira por las mañanas; las carreras locas de Puro son de Puro, y la manera en que Sooty me desordena los papeles de la oficina desde luego que mía no es (pensándolo bien tal vez lo que está haciendo es poner un poco de orden en mi caos) y desde luego esa carita de Luna mirando por la ventana tampoco me pertenece. Así que son míos en la medida en que nos pertenecemos los unos a los otros, somos miembros del mismo equipo y afrontamos la vida juntos. Nos queremos.

sábado, abril 02, 2011

¿Por qué un blog sobre mis animales?


El nombre de este blog lo dice todo. Después de años de tumbos, de mudanzas, de afectos que se quedan por el camino, creo que por fin, después de todo eso, estoy construyendo mi hogar. Y si soy fiel a mi misma, mi hogar es allí donde están mis libros, mis DVDs y donde puedo convivir con mis animales. Y uno de ellos es Sancho. Así que mi vida con Sancho, es mi vida siendo yo, sin traicionarme, cuidándome, por fin, respetándome y haciéndome respetar, y construyendo, paso a paso el hogar que quiero, rodeándome de lo que me hace feliz. Y lo que más me llena de orgullo y alegría hoy por hoy son mis animales, mi familia. Ellos me hacen mejor persona, los cuido y me cuidan, me equilibran, me hacen reir, me hacen ser responsable, constante, paciente, metódica. Sólo puedo decir cosas buenas de tener compañeros animales. Pero no animo a nadie a que tenga animales, ni a que no los tenga. Es una opción personal. Mientras escribo esto, la gata Puro está hecha una bolita a mi lado, Bimba la boxer duerme en su corralito, con la lengua fuera , sobre su colchón hecho trizas, entre los restos se esconde lo que queda de su hueso favorito. Sooty, hija de puro, andará por el patio y la gata Amelia, que decidió autoinvitarse a mi casa (su casa también ahora) , debe de andar por el garaje.

Escribo, tecleo, extiendo la mano y toco el pelo blanco y suave de la gata Puro. Su tacto me relaja, Puro lo sabe y se deja hacer, es generosa conmigo.


La gata Luna estará por el otro sofá. En el corral duermen Pinto y Sancho, el sabueso español y el bodeguero con no-se-qué (ni me importa, la verdad). Toñi y La Charito en la calle, aún no me he ganado su confianza, tengo planes para ellas, pero necesito que confíen en mi.

Os seguiré contando. Night, night everyone.